Esta época de cielos celestes, rayos de sol atravesando las nubes,
vientos fríos y cálidos, los pajaritos degustando mis oídos con sus cantos,
la paz que solo en fin de año se consigue, los días que paso junto a ti en mi mente,
presenciando nuestras aventuras por las calles de esta ciudad,
que cuántas veces nos vieron revolotear,
yo con mis sonrisas y pelo suelto y tu con tus manos suaves y mirada imponente.
Los mensajes que de vez en cuando vuelvo a leer en mi celular,
guardados, por si alguna vez me siento fuera de mi,
mis fechas importantes apuntadas en tu calendario,
nuestros encuentros fugaces,
y los no tan fugaces,
lo nuestro que nunca tuvo nombre
fue seguramente el punto de partida.
Tus llamadas que sonaban al ritmo de "Orishas" y que solamente
se daban cuando me desaparecía, cuando quería recuperar mi alma,
nuestros jueves de citas en tu casa,
tu cocina,
tu sala,
la tina...esa tina!
y nuestras infinitas pláticas
con un soundtrack muy tuyo, porque me gustaba.
Con urgencia de verte, con necesidad de escucharte,
con las dos ganas que me dejaste,
nuestra cita pendiente a aquella pizzería,
y las coincidencias que nos alejan,
nos recuerdo.
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