10 octubre 2008

He llegado por fin a lo que quería ser de mayor:

....una niña.

“¡Claro que si mija! ¡Recuerdo cuando naciste como si fuera ayer! Eras mi asterisco asustado, recuerdo que todas las enfermeras se sorprendieron de tus abundantes cabellos, de ahí fue donde salió chubis, ¿recuerdas?”

Ooooooh si, chubis, uno de los apodos más antiguos y más cariñosos que tengo dentro de mi súper gama de pseudónimos. Mi infancia es una de las épocas que menos recuerdo de mi vida, no recuerdo mis travesuras, no recuerdo mi caricatura favorita, no recuerdo ni siquiera como era la ropa que usaba en ese tiempo.

Pero los pocos flashazos que tengo de mi niñez son las interminables canciones de Enrique y Ana con las que aprendí a multiplicar, los terribles jalones de pelo cuando mi mama me peinaba, los viajes más deliciosos a Mazate

Mi abuelito diciéndome “china china chiiiiina” la cosa más tierna y linda que me han dicho!

Cuando jugaba sola con mis barbies por no tener hermanos pequeños, hacer competencias de haber quien terminaba antes las tareas junto a mi mejor amigo, quedarme súper dormida luego del colegio y la famosa cancioncita “un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña, y como vio que resistía fu a llamar a otro elefante….30 elefantes…”

Eran tiempos, como todo mundo dice, en el que me preocupaba solo en jugar, disfrutar, comer y dormir. Pero todo cambia, no podría la misma niña risueña de antes ser una estudiante universitaria, porque no tomaría nada en serio y no es que la universidad es un sitio solo para geeks apasionados para el estudio. Ahora todo es diferente, las prioridades son otras, el pasarla bien de forma “sana” ya no es una opción, los vicios inundaron mi entretenimiento.

Comencé a convertirme en una mujer interesada en vivir la vida lo más simple pero siempre explotarla al máximo, amante del arte y de la vestimenta a mi modo no a la moda.

Soy victima de los jalones de orejas por hacerme dibujitos y perforaciones en mi piel, de las interminables horas en el bus para llegar a mi trabajo y para llegar a mi casa, también de que mi famoso “china china chiiiiiina” se haya convertido en un “apodo” ¡ROBADO!
Victima de ya no estar sola, pero NO poder evitar sentirme así. De aun tener a mí mejor amigo al lado pero que solo me utiliza para ciertas ocasiones

Poco a poco le fui dando más importancia en buscar la felicidad a la par de una figura masculina, tal vez la que mi papa no logro darme a cabalidad. Siempre que paso frente a mi colegio digo “me encantaría regresar a esos años”.

Al mismo tiempo es imposible comparar o darle una preferencia a una etapa de la vida. Ambas son tan importantes para mi crecimiento y sobre todo experiencia de vida. Las prioridades van cambiando conforme el tiempo y las necesidades son otras.

Para ser una persona de éxito y madura en todo sentido, se tiene que dejar atrás todas las vivencias y caprichos que de pequeños teníamos. Pero acaso ¿no es indispensable tener la picardía, astucia y gracia de un niño para hacer todo mas “vivible”?

Mi vida de niña de seguro fue bonita, y para nada quisiera cambiarla, mi vida de grande esta siendo dura pero sin duda alguna el ver cada atardecer, y el poder contemplar con cigarro en mano las calles de mi Guatemala inundadas de un rojizo mezclado con naranja y la brisa fría rozando mi rostro hace que cualquier problema, miedo o duda desaparezca y que mi niña interior deja que yo pueda apreciar la vida tal y como viene.