Ayer en un concierto vi a una familia sentada en una mesa escuchando atentamente al grupo que estaba tocando. Una de las integrantes de la banda tocaba el saxofón. La familia estaba cerca del escenario, por lo que podían disfrutar detalladamente del concierto. La mamá, sentada a la par de su hija más pequeña, estaba fascinada con la habilidad de la saxofonista, tanto que se veía cómo le hablaba a su hija y le señalaba el saxofón. Se veía cómo le contagiaba la emoción.
Podía imaginar esa plática entre las dos "ya viste mija qué pilas esa muchacha, deberías aprender tu también. Me gustaría verte tocar un instrumento. Cuando termine el concierto le vas a hablar a la chica y le preguntas si te puede dar clases".
Luego la señora se levantó a tomarle video a la banda, tomaba fotos, sonreía muy emocionada y hasta movía su cabeza y cuerpo al ritmo de la música.
Desde lejos veía esa imagen con los ojos cristalizados por mis lágrimas pensando y recordando a mi mamá. Recordando esos momentos en los que emocionada me decía que debía meterme a clases de guitarra, o de manualidades, o de pintura. Cuando de chiquita me llevaba al ballet y de grande se iba conmigo a las giras del coro. Y antes de partir al paraíso me acompaño en mi primera exposición de fotos.
Empieza la época más difícil del año y con momentos como estos mi corazón se arruga y se decide preparar para lo que viene con el fin de año.
Te extraño musha, te extraño tanto.
20 noviembre 2016
25 marzo 2016
Desde que nací
Hay muchas cosas que llevo en mi corazón desde el 2005, bueno, desde que estuve en el vientre de mi madre mejor dicho.
En un taller que recibí hace un par de años, decían que lo que uno experimenta en el vientre de la madre hasta los primeros 2 años de vida es lo que va a marcar mi forma de ser, mi comportamiento, mis sentimientos y mis decisiones.
Muchas de las cosas que hacía de niña hasta adolescente no las entendía, mi mamá siempre me decía que tenía que hacer algo al respecto, para mejorar mis relaciones interpersonales y familiares. Sentía cierta apatía con personas de mi familia, y me costaba encontrarle la respuesta del porqué.
No fue sino hasta que tuve una plática sincera y muy linda con mi mamá, que entendí el porqué de mi situación, de nuestra situación... había algo más fuerte que nos unía y que muchas veces con una sola mirada entendíamos como nos sentíamos.
Desde el 2005 hay muchas cosas que mi corazón ha guardado, por miedo a lo que sucederá o simplemente por no querer entrar en un conflicto infinito. Decidí acudir a una sicóloga para que me ayudara y diera herramientas para lograr cerrar ese círculo ya que no quería enfrentar a la persona cara a cara porque conociendo mi carácter, las cosas podían salir mal.
Una de las propuestas que me hizo, fue escribir una carta a esa persona y decirle absolutamente toooooooooooooooooooooooodo lo que pensaba y lo que me hacía sentir, todo el daño que me había echo a mi y a mi familia, etc.; en resumidas cuentas, desahogarme.
Esa carta empezó a redactarse desde diciembre 2014 y a la fecha no la he podido entregar, especialmente porque este año que pasó se puso más densa y más cruda. Espero que pronto llegue el día.
Dicen que Dios no le pone a uno cargas que no pueda superar, y yo solamente le pido que me de las fuerzas para poder llevar este dolor, este enojo, frustración y decepción de la mejor forma, y agradecerle a mi madrecita en el cielo por darme un ejemplo inmenso de cómo lo hacía ella y seguir sus pasos y que se sienta orgullosa de mi.
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